jueves, 3 de julio de 2008

Patatas Panic!





Yo era un pobre becario en la malvada corporación AATCHISS. Llevaba cafés, hacía horas extras, me agachaba para recoger cosas que se caían... en fin, lo que suele hacer un becario.
Sucedió que un buen día alguien se dió cuenta de que, además de hacer cosas imposibles, - como buscar durante tres días en internet fotos de siete enanos en un saloon del far west jugando a las cartas- yo sabía dibujar...
Así que me encomendaron la creación de unos personajes para una campaña publicitaria. Y yo, iluso de mí, les encomende unos rápidos bocetillos basados en una idea que venía rumiando tiempo ha.
Cuando el cliente los vió, quedo maravillado por las agudas ideas que se les ocurrían a los equipos creativos de aquella empresa, oh, ah! Y reclamó mas de lo mismo, sus manos ya dispuestas a firmar lo que fuera.
A nuestro pobre becario se le prometió el oro y el moro si seguía desarrollando aquellos personajes. Una prorrogacion en tu tiempo de prácticas (¿cobrando lo justo para comer?, no, gracias), entonces seguirás desarrollando esto para nosotros desde donde estés, te pagaremos por ello, te daremos fama... No sé como no me prometieron manadas de vírgenes en el valhalla...
El caso es que el tiempo de prácticas llega a su fin, nuestro amiguito va con su carpeta repleta al jefe, ojeroso y con los dedos manchados de tinta, ilusionado (aunque algo raro se olía alli).
Este es el fruto de mi trabajo, oh, faraón, he de marchar ahora con la esperanza de futuros encargos y una prebenda en forma de puñados de sal?
-Bueno, muy buen trabajo (tap, tap, palmadas en occipucio), pero no seguiremos con esta campaña en un futuro, usaremos estos personajes sólo una temporada (claro, de momento, cabrón)
- ¿Pero, y mi parte del pastel, patriarca?
- Buueno, la verdad es que no te corresponde nada, estos personajes han sido desarrollados bajo estos techos arquitrabados, así que son nuestros, de los AATCHISS, como la mierda que cagas aquí.
- Pero yo no fuí contratado como ilustrador, sino como recogelápices y recadero, y vosotros a los ilustradores les pagáis por ilustración...
- Tap, tap
- Entiendo... Su excelencia... Dije, tras retirarme con loores, Entonces no hay mas que decir, dejo mis dibujos en mi oficina y marcho...
Y, dicho y hecho, procedí a borrar los archivos disco duro de mi ordenador, y a desaparecer de allí con mi carpeta de dibujos bajo el brazo, el pecho henchido y una puesta de sol en el horizonte delante de mí, dejando atrás, emocionados, a la caterva de renqueantes becarios excompañeros míos, que, sacando fuerzas de los últimos retales de aire que quedaban entre sus escuálidas costillas, tosían: Corre, paladín, corre, tú que puedes!

Después de aquello soltaron los perros, hubo represalias con mis ex-compañeros y me pusieron en la lista negra de Nottingham (que, ahora que me fijo, viene a significar algo así como nada de jamón)
Pero eso, amigos, eso es otra historia.

Acaban ustedes de leer un relato de ficción. Cualquier parecido que puedan encontrar con la realidad es pura coincidencia.

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